26 octubre 2010

Historias que una niña contó, reseña de José Cruz Domínguez



Historias que una niña contó

Por José Cruz Domínguez Osorio
Diario de Xalapa, sección Cultura, 25 de octubre de 2010

Los ojos bien abiertos de una niña ven pasar la vida, la de ella, la de sus padres y de todos los habitantes de Tenochtitlan antes, durante y después de la llegada de Hernán Cortés y otros españoles hacia el gran valle mexicano. Es la voz infantil (la de Copo de algodón) la que narra la historia. Pocas veces dejamos que los niños nos cuenten el origen de sus emociones: las alegrías, sus enojos y preocupaciones. Esta vez el imaginario de María García Esperón obsequia al lector el registro de este pasaje histórico de México a través de lo que una niña, hija del emperador mexica, fue registrando de la cotidianidad que se vivía en el esplendoroso imperio mexica.

Copo de Algodón (Ediciones El Naranjo, 2010) propone un acercamiento con niños y jóvenes a este pasaje histórico, al tiempo atrás de hombres y mujeres, en suma, de familias enteras integrantes todas ellas de la civilización mexica. Escuchar la voz de Copo de Algodón a través de las letras fue como si se hubiera obtenido con ella, su protagonista, una conversación pausada, pormenorizada de cada suceso. Con el avance en la lectura, Copo de Algodón nos adentra en el camino y nos abre los arbustos para llegar a los parajes de la gran ciudad de Tenochtitlan y con Copo de Algodón, quien nos informa, ante el asombro de ver a aquellas personas de las que ha oído hablar desde hace algún tiempo: "Tengo que restregarme los ojos para creer lo que estoy viendo. Los extranjeros, que ahora sé que se llaman españoles, están tocando a Moctezuma, lo palpan, le dan palmadas, mancillan el penacho de plumas, que se ha ladeado un poco y eso no lo quiero ver, dejan la huella de sus manos en el manto verde de los tlatoanis, hacen que los señores aztecas arruguen la nariz, pues hieden (página 71). García Esperón, al dar voz a la pequeña protagonista, nos enseña cuán importante es dejar ue los niños expresen sus ideas. Es un gran acierto que la mirada y la voz de una niña nos informen estos hechos.
Cabe hacer mención y destacar los trazos en cada ilustración creada por por Marcos Almada Rivero. Los rostros de personas y animales, las vestiduras y otros ornamentos, árboles, pájaros y esculturas fueron dibujados tanto con la mano como con los sentimientos de la lectura que debió haber hecho Almada Rivero para poder darle un rostro a las letras de María García Esperón.
La conjugación de estos dos talentos nos ofrece una aventura por páginas llena de novedades asombrosas, de aventuras que se tradujeron en hechos de exterminio hacia la cultura mexica. Quinientos años que se extendieron con el eco de Copo de Algodón.