Lo más seguro es que la pequeña Tecuixpo nunca fue a la gran ciudad de Teotihuacan, que no la llevó su padre Moctezuma, porque no hubo tiempo para que si acaso el gran tlatoani fuera acompañado por su hija al viaje ritual a la ciudad donde los hombres se hacen dioses.
Pero hoy la llevé yo, casi de la mano, a la imponente ciudad, después de la presentación en Tulancingo, donde Valentina Ortiz narró su historia y yo conversé con los niños. Caminamos escuchando con los oídos de la mente la música hermosa que ha compuesto David García para Copo. Caminamos por la calzada de los muertos -que es la calzada de la vida- llegamos hasta la pirámide de la Luna y la plataforma adosada. No pudimos entrar al palacio de Quetzalpapalotl por estar en restauración y regresamos por Miccaontli a iniciar el ascenso a la pirámide del Sol.
Frente a la pirámide de la Luna |
Frente a una muy buena reproducción del mural de Tepantitla en el restaurante Pirámides Charlie's |
Y al subir y llegar a la cima, como tantos otros que lo hacen, la emoción fue tan grande para ambas, que las dos entendimos muchas cosas y nuestra mirada regresó en el tiempo de ese día y fue de nuevo al encuentro de los niños que habíamos conocido en Tulancingo.
Y volvimos a soñarlos y a sonreír con ellos.